top of page

Capítulo 1 El día que mi alma eligió mal

  • humanamenteia
  • hace 11 horas
  • 2 Min. de lectura

Una mujer. Un duelo. Un amor que moviliza y no es correspondido como se esperaba...y la esperanza ... 👉 Leer el capítulo completo.




Parte 1



Estaba saliendo de mi primer matrimonio.

Mi mundo, a pesar del duelo, empezaba a despertar.

Era como asomar la cabeza fuera del agua tras años de apnea.

Trabajaba en una agencia que me encantaba. Éramos todas mujeres. Y por primera vez, me sentía parte de algo.


Mi jefa fue un faro.

Ella me enseñó a mirarme con otros ojos.

Me convirtió en su mano derecha, y yo, de a poco, empecé a quererme.

En silencio, supe que era la hija que no tenía.


Yo venía rota, pero funcional.

Triste, pero en marcha.

Había alquilado un departamento en un barrio precioso.

Mi hijo Marcos y yo empezábamos una nueva vida, aunque su papá —que se había mudado al sur— lo veía una vez por año.Hoy, a la distancia, me doy cuenta de que él fue quien más sufrió.

Si hubiera sabido cómo evitarlo, lo habría hecho… pero yo también recién empezaba a vivir.


Un día, abrimos una nueva sucursal.

Había que entrenar a una nueva recepcionista.

La conocí ahí.


Era mayor que yo, poco agraciada, con un carácter difícil de definir.

Mi única tarea era capacitarla.

No íbamos a compartir la misma oficina, pero sí los silencios de esa primera semana.


Me habló de su vida como si me conociera de siempre.

De su pareja, un profesor de computación.

De cómo lo seguía sin que él lo supiera.

De cómo fingía enfermedades para retenerlo.

Yo la escuchaba en silencio, sintiendo un escalofrío.

Había algo que no cerraba… y sin embargo, ella hablaba como si todo fuera normal.

La incomodidad creció como una espina invisible.


Pasaron unos días, y una computadora se descompuso.

Mi jefa, con su intuición siempre alerta, le preguntó a esta mujer si conocía a alguien que pudiera revisarla.

Ella, solícita, respondió:

—Mi novio sabe mucho. Se los traigo el viernes.

Y lo trajo.

Ese viernes que todavía hoy me quema la piel.

Mi oficina era un monoambiente con un vidrio esmerilado que separaba el escritorio del resto.

Yo los vi llegar como sombras detrás del vidrio.


—¿Podemos pasar?, dijo ella.

Cuando abrí la puerta, todo se detuvo.

Él no era como lo había imaginado. No era el reflejo de ella.

No era Mario Bros.


Era alto, de cabello castaño corto.

Tenía una camisa clara y un sweater sobre los hombros.

Supe en ese instante que mi corazón acababa de cometer una imprudencia.

Y no pude disimularlo.


Le señalé la computadora sin decir mucho y me refugié tras el vidrio.

Mi respiración estaba descontrolada.

Lo miraba a través de las vetas difusas del vidrio como quien espía su propia suerte.


No me había pasado nunca.

No así.

No de esa forma tan brutal y urgente.


No sé si fue el destino.

No sé si fue el azar.

Pero ese día, sin planearlo, conocí al hombre equivocado.


“Esperarlo fue la forma más dulce de lastimarme”


"Nos vemos en el próximo capítulo...si te animás"


Comments


bottom of page